Sunday, February 26, 2006

China capitalista: una tercera vía

Al celebrar el pasado 1º de octubre sus 50 años, China
comunista pudo exhibir, con todos los coloridos, un gigantesco
crecimiento económico social, un innegable avance en
modernización, a la vez que una envidiable estabilidad política.
China comunista es actualmente la tercera mayor
economía del globo; el ingreso per capita de tan gigantesca
población de 1.200 millones de habitantes es de US$ 250 dólares
promedio (cuando en 1978 era apenas de US$ 13); logra
inversiones extranjeras al año por US$ 40.000 millones. China
en comercio exterior, como exportadora e importadora, ocupa
el puesto 11 entre todos los países. Desde hace años acumula
excedentes comerciales importantes con los Estados Unidos y
con la Unión Europea. Su excedente comercial con EUA acaba
de pasar el de Japón; se ha vuelto un competidor notable en
relaciones bilaterales. Y junto con su innegable progreso
económico, la sociedad china evidencia grandes cambios
sociales.
UN CAPITALISMO NO LIBERAL
No se puede negar que China ha llegado a ser un país
capitalista. Pero su capitalismo es algo bastante extraño, porque
está muy distanciado de la ideología liberal. China lleva casi
20 años explorando las vías de la acumulación, propia de todo
capitalismo que se respete. Pero la importancia de las
solidaridades tradicionales y el influjo de 30 años de socialismo
han llevado a la sociedad china a construir el “enriquecimiento”
sobre bases comunitarias fuertemente ligadas al poder político,
y no según los principios clásicos de la economía liberal
individualista. El acceso al poder político de las burocracias
locales y regionales ha sido el “ábrete sésamo” que ha corrido
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Enrique Neira Fernández
la pesada roca para entrar al ámbito del éxito económico. Es
decir, la real descentralización política en el tejido social de
tan gigantesco país ha sido la llave mágica para el crecimiento
económico. Para el economista Lester Thurow en su reciente
libro “Las fracturas del capitalismo” (1997), el origen del
“milagro chino” (sin que sea tan espectacular, porque el mismo
autor recomienda reducirle 4 puntos a la tasa oficial de
crecimiento) hay que ubicarlo en las empresas rurales creadas
por las autoridades locales. Los grupos de interés, productores
de riqueza, han tomado allí la forma de redes de origen familiar
o burocrático (rama industrial, empresas públicas, sindicatos,
ejército, policía, etc.) que controlan los imperios industriales
de gran tamaño.
Su ventaja competitiva está no sólo en un menor costo
del factor trabajo sino en su relación con el poder político que
los favorece sistemáticamente. Las empresas “privadas” (el
ejército es una de las mayores!) actúan como accionistas
principales (aunque muy discretos) de funcionarios locales, que
en cuanto actores económicos juegan, a la vez, en diferentes
tableros. Usar una posición oficial para obtener el derecho a
traficar en los mercados; utilizar el poder de un gran
conglomerado para desviar fondos y colocarlos en la Bolsa;
aprovecharse de sus funciones de defensor del orden (policía,
fuerza armada) para operar negocios ilegales; apoyarse en la
relaciones sociales para acumular recursos financieros, son
todas buenas recetas. Se junta, así, la pesadez burocrática con
el dinamismo privado, la respetabilidad oficial con las
actividades ilegales, la red relacional con la acumulación
capitalista, la racionalidad económica con los atajos de la
política. En síntesis, una fórmula muy original (a la china) de
acumulación capitalista, en la que el mercado regula sólo
parcialmente el intercambio de bienes. Capitalismo no de
inspiración liberal individualista, sino familiar, comunitario y
burocrático.
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Observatorio III
PERO TAMBIEN CAPITALISMO INJUSTO
La inequidad, la desigualdad, la injusticia parece que es
el sino (destino) de todo capitalismo, también del chino. Es
claro que una parte bastante importante de los bienes de la
prosperidad – que provienen de la actividad productiva, de la
especulación o de la corrupción–, llegan a la sociedad a través
de la distribución que los patronos político–económicos hacen
a sus clientelas. Pero al “maná” que cae del cielo no se accede
fácilmente sino a condición de hacer parte de un clan o de una
red empresarial con sus múltiples tentáculos, lo que excluye a
muchos de la torta.
De hecho, se está también abriendo en China una enorme
brecha entre individuos de alto ingreso, que disfrutan de todo
tipo de comodidades, y amplios sectores de población en nivel
de pobreza. Y lo que es más notorio, el gran desarrollo
económico y mejor nivel de vida se ha venido concentrando en
las grandes zonas costeras, además del gigantesco emporio de
Hong Kong (revertido a China en 1997). En efecto, en julio de
1979 se crearon 4 zonas económicas especiales (ZES) sobre la
costa marítima del Sudeste : Shenzhen, Zhukai y Shantou en la
provincia de Guandong, y Xiamen en la provincia de Fujian.
Son zonas francas inspiradas en las de Singapur y Hong Kong,
abiertas a las inversiones internacionales y con acceso a las
tecnologías occcidentales. En 1984 se crearon otras 14 zonas
especiales, con crecimientos espectaculares. La ZES de Shenzen
tuvo una tasa de crecimiento del 16% en 1997. Pues, bien, esta
plataforma marítima de cerca de 250 millones de habitantes,
se ha convertido no sólo en la gigantesca fábrica china de
producción para el exterior, sino también en el mayor depósito
de mano de obra, lo que ha producido una colosal migración
de población rural a las ciudades, con todos los efectos de
explotación del trabajo, injusticia social y vicios del capitalismo.
El mundo desarrollado, de alta acumulación e industrializaciòn
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Enrique Neira Fernández
de la costa oriental china es muy diferente al del interior, rural
y de crecimiento mucho más lento. Con el agravante de que
desde mayo de 1998, China ha comenzado a registrar una fuerte
caída de las exportaciones y una baja sensible de su tasa de
crecimiento. Como a los otros dragones asiáticos, la política
de crecimiento rápido, afianzada en las exportaciones, parece
que también fuera a tocar límite en China comunista, con sus
graves secuelas de mayor desempleo, quiebra de empresas,
agitación social e inquietud política.
¿UNA TERCERA VIA ?
Pero también aquí China comunista se encuentra en
ventaja sobre el resto del mundo. Teniendo dentro de sus
fronteras tan gigantesca población, hoy por hoy es el “mercado
potencial más grande del mundo”. Si la economía de
exportación pudiera verse recortada, tiene un mercado interno
potencial, que puede halar su desarrollo por otro milenio. Y
tiene un férreo sistema político, que permite múltiples
referencias identitarias a la población (sin determinismos rígidos
religiosos o étnicos), que tiene claro su rol de un Estado más
que intervencionista, con capacidad de actuar efectivamente
sobre lo social, para limar diferencias de ingresos, suplir
deficiencias de la economía “privada”, atenuar a gran escala
los efectos del capitalismo injusto. Es decir, puede ser quizás
una de las vitrinas para el nuevo milenio de una “tercera vía”,
original y a la china. No tanto la “tercera vía” de A. Giddens
entre neo–liberalismo y estatismo socialista, sino la de Juan
Pablo IIº quien propone como modelo alternativo “una sociedad
basada en el trabajo, en la empresa y en la participación”
(Centesimus Annus 1991, nº 35). Paradojas de la historia. Una
China comunista atea encaminándose hacia el ideal de sociedad
propuesto por el Pensamiento Social de la Iglesia. Como quiera
que sea, China será el otro gran protagonista del siglo XXI .
FRONTERA, 1º noviembre 1999

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